He
venido a pasar tres días en un monasterio, rodeada de montañas. Las vistas son
preciosas!
Es
emocionante el verde que hay aquí.
Seguramente
te estarás preguntando ¿Qué hago en un monasterio tres días?
Encima
que está lejos de la ciudad, donde no hay casi nada de cobertura y donde sólo
escuchas a los pájaros cantando en su idioma y las ovejas en las suyas.
Pues
aquí estoy, feliz de la vida, de alguna manera más cerca de Dios. Las noches se
me han hecho largas porque no estaba acostumbrada a tanto silencio y
tranquilidad. Un silencio que hasta incomoda.
¿Por
qué el silencio incomoda?
A
veces no sabemos cómo reaccionar de cara al silencio. Se hace incomodo porque
estamos tan metidos en el mundo del ruido,
que no sabemos estar en un silencio profundo.
Incomoda
porque nos quedamos a solas con nuestros pensamientos y a veces no sabemos
hacerlos callar. Incomoda porque igual tenemos miedo a sentirnos solos.
El
silencio no es malo, y no debe incomodar, en el silencio es donde más
aprendemos a escuchar la voz de Dios. En
momentos de silencios muchas veces sientes a Dios aún más cerca!! Busca momentos de silencios en tu vida,
desconecta de tanto ruido!! Encuéntrate a ti mismo y a Dios dentro del silencio.